domingo, 19 de abril de 2020

La cigarra y la hormiga. Una nueva fábula: Frederick

De niña, escuché muchas fábulas. Y me gustaba. He de confesar que me encantaba llegar al final y leer con voz solemne: Moraleja (todavía me gusta, sigo confesando). Leí muchas, principalmente de Samaniego y de Esopo.

Una de las fábulas que ha dado muchas vueltas en mi cabeza en diferentes épocas de mi vida es La cigarra y la hormiga. En una ocasión la leí para mis alumnas del kinder y las niñas quisieron hacer una representación después de la lectura. Todas quisieron representar a la hormiga y como se necesitaba una cigarra para continuar con el juego, se decidió que ese papel me pertenecía.

Me divertí mucho jugando a cantar e inventar canciones mientras mis niñas-hormigas me invitaban a trabajar con ellas. A manera de contraataque, yo las invitaba a cantar conmigo simulando tocar una guitarra e inventando rimas sin sentido y notaba cómo algunas niñas sonreían y cantaban conmigo. Las más "responsables" me regañaban y tomaban a sus compañeras de la mano para dirigirse a la casa que improvisaron con almohadas debajo de una mesa.

Llegó el invierno, y desde mi palmera improvisada veía a las niñas felices en su casa de almohadas. Su felicidad aumentaba a medida que el "llanto" y las "súplicas" de la solitaria y hambrienta cigarra tocaban a su acolchada puerta. Como trabajo en un preescolar, el cuento no dejaba a la cigarra abandonada a su suerte, sino que muestra el gran corazón de las hormigas que permiten la entrada de la arrepentida cigarra a su acogedora y cálida vivienda. Esto, claro, a cambio de la promesa de trabajo duro el siguiente verano.


Y quién lo iba a decir, en estos tiempos de cuarentena, las hormigas se han recluído en pleno verano. Y las cigarras cantan. Cantan desde sus casas, entreteniendo a distancia a las inquietas hormigas. Ha sido un gusto navegar por la internet y ver artistas de diferentes disciplinas ofreciendo su trabajo a los demás. Hemos tenido la oportunidad de ver funciones de circo, conciertos, teatro, danza... Nos han regalado libros digitales y los cuenteros y narradores nos han regalado muchas historias.

Mis queridas hormigas, demos gracias a las cigarras que no nos hicieron caso, que siguieron cantando a pesar de los inviernos. Gracias a estas cigarras, nuestro encierro ha sido llevadero y hemos conservado nuestra cordura. Sirvan estos tiempos para abrazar a nuestros artistas. Escuchemos nuevas fábulas * y cuando este tiempo pase, reconozcamos (y remuneremos) la profesionalidad de quienes se dedican a las artes.


* En el video leo el cuento infantil Frederick, de Leo Lionni. Editado por Kalandraka. Los derechos del cuento son del autor y la editorial.


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