Noto que el asunto del desquehacer va realmente en serio cuando me encuentro felizmente ante un video de Marisol: La vida es una tómbola, canta; tom tom tómbola, coreo con ella. Bailaría también, pero este sillón es demasiado cómodo; ella no se siente agraviada, y sigue, jovencita, delgadita, cantando su buena suerte.
¡Oh, qué tiempos aquellos! A decir verdad, nuestras reuniones juveniles no consistían en bailar y cantar al estilo Marisol, pero sí se sentía ese alegre desenfado, esas ganas de andar compre y compre boletos para ver lo que la suerte nos traería...
Y veo que jugar a la tómbola no es exclusivo de adolescentes, ahora el aparecido es Miguel Bosé, un poco mayorcito como para andar cantando el tom tom tómbola. Pero no importa, es Bosé, y se puede dar ese lujo, con ese traje y ese estilo que bien podrían hacerme abandonar el sillón...
Como Bosé ya viene acompañado, navego por las opciones del buscador, me divierto con las diferentes versiones, y hasta descubro una incómoda interpretación de Tom Hanks.
Y como mi cabecita sigue sin pendiente alguno, divago sobre la comodidad-incomodidad, y lo apropiado-inapropiado de vagar por esta vida al ritmo de la tom tom tómbola. Me visualizo con mis grupos de amistades cantando y bailando al estilo Marisol...
Y no. No parece apropiado, es más, escapo de la visualización porque mis cantantes y bailarines, en el mejor de los casos, se revuelcan de risa en los sillones y ahí siguen, por más que canto y danzo. Y para coronar el mal momento imaginario, parece que asigné los instrumentos de aliento a las más desafinadas (o será que por la risa no dan una)...
Y no. No parece cómodo querer hacer fiesta y no ser secundada...
Mmm... Por lo visto, tendré que cambiar de amistades...
O de video...
De cualquier modo, ¡que tengan feliz domingo!